Los valhondos capean el temporal en Los 80 de Mojados

Este mes de abril de subidas y bajadas de temperatura, de días grises y sol, les reservaba a los valhondos una sorpresa final. Amanece un domingo 30 oscuro. Sopla el viento para agitar los arcos de meta, que parecen flotar al lado del polideportivo de Mojados. Jaime, el speaker, trata de animar a los ciclistas, que van llegando para recoger el dorsal. Aparece Lina, de corto. Óscar no espera más y se coloca el chubasquero. Fernando ‘Chapu’ Velasco considera, seriamente, la idea de no salir. Al final ocupa su lugar detrás de los maillots blanco y verde de los valhondos. Lluvia fina a las 9, fuerte viento. Los pronósticos anuncia agua. A las 13 h.

Subida a la ermita

Junto a Roberto y dos compañeros, subo al coche por delante de la marcha. Grupo compacto por las calles de Mojados. Los primeros metros de pista de tierra reparten a los participantes en una larga hilera de la que escapa, maillot negro y casco azul, Tito Sahagún. Enfila Tito la primera dificultad de la mañana muy concentrado, sin mirar atrás. En la cuesta que lleva a la ermita del Santiño vuelve a aparecer la lluvia, fina y molesta por el viento. Se para. Cinco minutos. Vuelve a llover. El proceso se va a repetir durante toda la mañana. 

La cuesta del Sombrío

Nos acercamos al primer avituallamiento en los pinares de San Marugán. Los primeros en pasar, fieles a su costumbre, no paran. De vuelta al todo terreno, Roberto recibe la noticia de una caída. No parece grave. Buscamos entre los pinos otra de las subidas de la prueba. Un domingo por la mañana, con este tiempo tan desapacible, no esperamos encontrar más público que los voluntarios distribuidos por el recorrido. Así que trato de identificar las voces que nos llegan desde más abajo. Con sus gafas de sol y su impecable chaqueta roja, acompañado de Óscar, Gustavo y demás paisanos, ‘Chapu’ nos saluda. «Nos hemos dado la vuelta al subir al páramo, después de la ermita». Información que no duda en compartir casi con cada ciclista al que anima en esta subida «tan hija de puta». Tito, Alvaro, Ibi, Noel… reciben los gritos de aliento de la gente de Íscarbike.

Caída, rescate, risas…

Una marcha de contrastes, este Desafío Valhondo de 2017. El teléfono de Roberto no para de sonar. Hay un ciclista caído, parece que con la clavícula rota. Nos lanzamos con el todoterreno hacia la bajada donde ha tenido lugar el incidente. Dolorido, el ciclista sube en el coche hacia Mojados. Para dejar paso a las bicicletas, los coches se acercan a la cuneta. Se acercan tanto que, uno de ellos, en su afán por dejar libre el camino, queda encajado a pocos centímetros de lo que parece una arqueta. Afortunadamente, otro de los vehículos lleva una cinta para enganchar y tirar. De la preocupación a la risa en cinco minutos. El viento sigue soplando sin piedad. Llueve cada 15 minutos. 

Avituallamiento

Plaza Mayor de Cogeces de Íscar un domingo lluvioso. En los soportales, hombro con hombro, los ciclistas comen, beben y descansan, supongo que más la mente que el cuerpo. Aquí llueve más pero, al poco tiempo, sale el sol. Momento de tortilla y cerveza junto a un pilar fundamental de estas marchas: la gente de Protección Civil. En este punto, me separo de Roberto y subo al coche con Miguel Ángel Villullas y otros dos valhondos. Vamos a la subida de la Astilla.

La lluvia

Sopla el viento fuerte aquí, en el páramo. Cuesta abajo, un pinar por el que asoman los ciclistas. Miguel me indica que las mejores fotos se hacen más abajo. Llega Iván, que se bajó de la bici hace rato. La una del mediodía. Puntual, aparece el agua. Ahora empieza a llover de verdad, el viento sigue a lo suyo. El terreno convierte el tramo en una encerrona. El barro empieza a acumularse en las ruedas. Llegan muy pocos ciclistas en lo que me parece una eternidad. Subo y bajo, siempre lloviendo, entre el avituallamiento y el pasadizo que crean los pinos en la Astilla. No aparece nadie más. Vámonos de aquí.

El barro

La próxima para debería ser un tramo senderos, «Los Caballos». Miguel considera que, tal como está el terreno, no es una opción recomendable. Consulta, la cobertura del móvil va y viene, con Roberto. El final de la marcha está a pocos kilómetros, pero meter a los ciclistas en esa zona sería una temeridad. Lo mejor es cambiar ligeramente el recorrido para que los participantes lleguen por una pista ancha hasta Mojados. Encontramos alguno y mis compañeros valhondos les indican esta solución. Contra el barro poco más se puede hacer a la altura de la marcha en la que nos encontramos. Son más de las dos de la tarde cuando tomamos dirección Mojados.

Final

El arco de meta ha desaparecido, aunque todavía quedan participantes por llegar. Muy pocos ciclistas en los alrededores del polideportivo, casi todo el mundo se ha marchado al terminar. Hay que lavar la bici aguantando el frío. Tomarse una cerveza y comer chorizo. Maldecir a la lluvia y el viento, renegar del barro. Reirse de las inclemencias y volver, mañana, a montar en bicicleta.

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