Colombia, Uruguay, Laguna… I Gran Premio Villalón de Campos

La gente del Velo Club Delicias, organizador del Gran Premio de Villalón de Ciclismo en categoría junior, se reúne a la salida de Valladolid en las instalaciones de Autocyl. El concesionario cede los vehículos que han de llevar, este domingo 30 de junio de 2019, a jueces y directores de carrera. Son más de las ocho de la mañana cuando Sergio Mendoza ocupa el amplio asiento trasero del Ford granate. El camino hasta Villalón se convierte en un monólogo del ciclista colombiano.

La historia de Sergio

Sergio Mendoza, 23 años, de Bogotá (Colombia). En su país no existe una estructura de escuelas de ciclismo. Ajenas a la federación, se montan carreras ‘clandestinas’ por carreteras casi siempre cuesta arriba. Se paga una inscripción al organizador y a la voz de «¡Salgan!», se compite. Y se reparten premios en metálico. Sergio acude con amigos y consigue triunfar en alguna de estas pruebas. No hay lugar aquí para equipos o patrocinio real, el tráfico no se corta durante el recorrido. La policía colombiana, que manda detener la carrera y obliga a recogerlo todo, poco tiene que ver con las motos de la Guardia Civil que encontraremos en Villalón de Campos.

Sergio Mendoza, 23 años, ciclista colombiano, llama la atención de un equipo español. En octubre del año pasado, aterriza con su bicicleta en el aeropuerto de Madrid. Acaba de invertir tres meses del sueldo medio de su país en cruzar el Atlántico. Su destino, sin embargo, no es la capital. Debe subir un poco más, qué mejor manera de mantener la forma que hacer el recorrido, ya en España, en bicicleta.

Villeguillo, provincia de Segovia, Camino de Santiago de Madrid. Una mujer sale al encuentro de Sergio. Mari le oye contar su circunstancia actual, las razones que han traído hasta aquí al joven sudamericano que va en bicicleta. Ella tiene casa en Valladolid, aunque vive en este pueblo. Se despiden, pero mantendrán el contacto mucho más allá.

La ausencia de competición en España en esta fechas aconseja la vuelta de Sergio a Colombia, con la promesa de una futura incorporación al equipo que mostró interés por él. Desde su país, Sergio envía vídeos de las carreras en las que participa, de sus entrenamientos. En mayo vuelve a Madrid, escala en París, pero esta vez toma un tren. Mari lo acompaña hasta su destino. Cuando llega, no hay nadie. Nadie responde a sus llamadas, no hay equipo por el que fichar ni piso en el que alojarse. Solo puede confiar en la mujer de Villeguillo.

Mari

María José, que así se llama, conoce a un amigo que conoce a gente del Velo Club Delicias. Paulino, Eduardo, Jaime… tratan de ayudar a Sergio. Le asisten en los entrenamientos, buscan entre sus contactos. El joven ciclista vive ahora en el piso de Mari en Valladolid. Tiene un permiso de residencia de tres meses. Necesita correr, que los directores de los equipos vean su labor y lo incorporen a sus filas. Consigue participar en una carrera en El Espinar. Sufre una caída y permanece inactivo durante un tiempo. En el horizonte, ahora, otras pruebas en las que mostrar su valía. La próxima Vuelta a Zamora… tal vez.

En la carretera

Sergio se encuentra ahora, desde el punto de vista de un ciclista sub-23 de un país con las peculiaridades orográficas de Colombia, totalmente desubicado. Valladolid no tiene puertos, la temperatura oscila diez grados a lo largo de 12 horas y sopla el viento. Para él, otro planeta. Recorre a diario, casi siempre solo, en solitario, sin compañía de otros ciclistas, unos 160 kilómetros por las carreteras de la provincia, tratando de aclimatarse al terreno y a las condiciones.

Sergio se encuentra ahora, desde el punto de vista de una persona de 23 años en un país desconocido, totalmente desubicado. Sin equipo, sin ingresos propios, solo la generosidad de Mari mantiene a Sergio a flote.

Villalón de Campos

La historia de Sergio ha solucionado mis leves problemas estomacales de primera hora de la mañana. Ahora tengo un nudo ahí abajo que impide cualquier movimiento. Todavía nos tomamos un café al llegar a Villalón de Campos, saludo a Mirinda mientras contemplamos a muchachos de la edad de Sergio haciendo lo que hacen los muchachos de la edad de Sergio en las fiestas del pueblo.

El globo de Caja Rural toma forma con el aire caliente, los chicos de Runvasport colocan vallas y banderolas. Se monta el podio delante del Rollo Jurisdiccional de Villalón de Campos. Más arriba, detrás de la iglesia, aparcan los coches de los equipos. Oviedo, Santander, Asturias… Rostros soñolientos, empiezan a rodar las bicicletas hacia la bonita plaza adoquinada. Llega la gente del pueblo que ha madrugado, algún miembro de club de BTT. La presencia de público va a ser constante, y numerosa, durante toda la mañana.

Ángel Valín

La mirada del hombre de 84 años que corta la cinta protocolaria de salida, aplaudido por la gente que mejor conoce al que fuera presidente del Club Ciclista de Villalón de Campos, transmite la misma ilusión que deben tener los 80 ciclistas impacientes bajo el sol. Acompañado por Diego, el concejal que ha impulsado la celebración de esta prueba, asiste respetuoso al minuto de silencio en memoria del agente de la Guardia Civil fallecido en la carrera de Mojados. Son las 11 de la mañana, es hora de atacar estas carreteras llanas de Tierra de Campos.

El equipo vallisoletano Tinlohi, tratando de romper la carrera.
El equipo vallisoletano Tinlohi, tratando de romper la carrera.

Tinlohi

En la plaza he podido saludar, hace apenas una hora, a los padres de Adrián y Dani. Aquellos niños de la Escuela de Alaejos y de la Escuela de Arroyo han crecido, su voz y su cuerpo han cambiado. Cuando el terreno abandona la horizontal y sube o baja un poco, los chavales de rojo intentan abandonar la monotonía del pelotón. Salida rápida de Cavia, sin éxito. Sigüenza cuesta arriba, toma unos metros, el pelotón se estira y lo engulle de nuevo. Vuelve Dani, siempre en los primeros puestos, siempre dando la cara. El resto de corredores no permite alegrías en un terreno poco favorable para las aventuras en solitario.

Thomas

Ahora es fácil decir que, tal vez, Dani no eligió bien el momento. El caso es que, cuando todo anunciaba un sprint masivo por el adoquinado de Villalón de Campos, hubo un ciclista que supo mantener la distancia suficiente con el gran grupo para entrar primero. Parecía una escaramuza más, condenada al fracaso. El uruguayo Thomas Silva aprieta los dientes y baja la cabeza, concentrado en lo que le queda, sin mirar atrás. Nunca. Sin mirar a las motos. Solo la línea blanca discontínua que ha de llevarlo al triunfo, al aplauso en la meta y los gritos de júbilo de todo su equipo. Por detrás, dos MMR casi lo alcanzan. Ahí llega Dani. El ciclista de Laguna no se explica como puede haberse escapado Thomas.

El queso de Villalón

En bocadillo, y a estas horas, un manjar. Aunque hagan falta sus buenos cinco botellines de agua para digerirlo. El público se dispersa bajo los soportales de la plaza, ocupada por chicos en bicicleta que comentan las anécdotas de la jornada. La gente de Aranda, de Oviedo, dime dónde cuelgas las fotos…

Mientras la charanga ameniza lo que ya va siendo sobremesa, nos despedimos de Villalón de Campos. Diego me habla de una marcha de BTT, allá en septiembre. Volveremos a vernos.

Mostrar botones
Ocultar botones