El último es el primero en la V Ranciobike de Nava del Rey

La plaza está casi vacía, pero el reloj no tiene la culpa. Tampoco la fiesta del día anterior, con caballos y folclore andaluz, que se celebra siempre en la víspera de la marcha Ranciobike. No hay negro ni rosa, solo el arco que han colocado los chicos de http://www.runvasport.es. En La Farola desayunan una pareja de ciclistas y los habituales del pueblo. Un señor mayor le comenta al dueño su mala pata, cuando salía de casa con su bici se ha dado cuenta de que la rueda trasera no tenía aire, así que toca ver la marcha desde detrás de las vallas. Animar a los conocidos, aplaudir al primero y al último de los participantes.

Los 270 ciclistas inscritos en esta V Marcha Ranciobike de Nava del Rey se encuentran a unos 500 metros de aquí, recogiendo los dorsales en el polideportivo. Bajo el arco, Antonio trata de colocar a los voluntarios en su lugar, controlar los vehículos y prepararse para la salida. Falta una media hora para las nueve y el presidente de los rancios escoge un lugar para mí. En un par de minutos de conversación, me presenta al conductor y le indica el lugar: las trialeras del Trabancos. Este año no disponen de un coche que se mueva de un lado a otro, parando donde le parece bien al fotógrafo, así que vamos hacia allá de inmediato. Un último vistazo a la plaza permite ver a los primeros participantes, llegando ya a la recta de salida.

Reconocimiento del terreno

Las nueve en punto. Un par de liebres. El triple sonido del canto de algún pájaro. Un millón de hormigas brillantes, grandes y pequeñas. Un ave rapaz girando en el cielo. Una docena de vacas a lo lejos. Dos torres más allá de las vacas. Alaejos.

Olvido el nombre del conductor del coche en cuanto da media vuelta hacia el pueblo. Me ha dejado a la sombra de unos pinos jóvenes, más jóvenes que yo, me atrevo a asegurar. Mirando hacia Alaejos, el trazado de la marcha llega a este punto desde mi izquierda, en una bajada que los rancios han señalizado como peligrosa. Se hunde tras pasar un badén y toma una pendiente pronunciada hacia mi derecha. Un paso llano entre pequeños árboles y bajada por un terreno arado.

La parte más agradecida es la del lado izquierdo, porque tiene una subida interesante por una camino estrecho pero despejado de vegetación. Más pinos todavía creciendo y maleza, cardos secos. Todo necesita agua por aquí, aunque ya sea demasiado tarde. Un día recordaremos el último chaparrón como un acontecimiento insólito. Que se lo pregunten al río Trabancos, donde quiera que esté.

Visita de la corporación municipal

Una furgoneta blanca con el escudo del ayuntamiento de Nava del Rey aparca al lado de los pinos, todavía a la sombra. Sopla un viento suave cuando los tres hombres ponen el pie en esta tierra reseca de arena y polvo. Su concepto del saludo se asemeja en cierta manera al mío, porque empiezan con una pregunta. Su conversación deriva a la noche anterior. Trato de intervenir para que me cuenten algo sobre el lugar en el que estamos, la propiedad de los pinos, el nido de orugas que llevan casi todos colgado, como un aviso de lo inevitable. En un momento de la charla, por lo demás bastante dispersa, me entero de que estoy hablando con dos concejales, uno saliente, el otro recogerá su acta en una semana. Pero el dato no me inspira ninguna cuestión interesante. Además, parece que tienen que regresar al pueblo. No nos despedimos. Volverán más tarde.

Ciclistas

Antonio se ha equivocado en la secuencia de tiempos, o tal vez entendí mal sus indicaciones. A las 11 de la mañana no ha pasado nadie por aquí. Compruebo la señalización, las flechas en el suelo, todo correcto. Solo queda esperar, buscar un buen sitio y moverse rápido cuando lleguen.

Mientras hago un cálculo mental de la hora a la que pasará el último participante por este punto, aparecen los primeros. Desde lo alto de la subida, el nuevo concejal de deportes del ayuntamiento de Nava del Rey hace una observación. El ritmo que llevan, dice con otras palabras, es muy alto. El dato no admite discusión, pero observo que no llevan dorsal y eso me mosquea. Mucho. Así que lanzo mi propia teoría: esos dos no pueden ser participantes de la V Marcha Ranciobike.

Poco después las cosas vuelven a su sitio. Un maillot rosa y negro, un grupo de tres con su numerito bien colocado en el manillar, atraviesa el pinar cuesta abajo y ataca la subida de tierra seca. Aparecen Manu, Carlos de Carril Bici, caras conocidas, Paco Galán y gente a la que no he visto nunca. El baile de los domingos por la mañana comienza una vez más.

Baja y sube en la V Marcha Ranciobike
Baja y sube en la V Marcha Ranciobike

Bonita subida

Camino hacia la parte izquierda del pinar en busca de la cuesta arriba que trae a los ciclistas hasta aquí. Una hilera de colores tapizando el camino, alguna rueda que se retuerce, risas. Casi todo el mundo supera este obstáculo con mayor o menor esfuerzo. Entre estos últimos, Jesús Marchena, que se permite el lujo de parar en plena cuesta para hablar conmigo. Quiere llegar a casa pronto, así que, a partir de ahora, va a aumentar el ritmo.

La subida difícil, donde muchos ponen el pie en tierra, es la de la derecha. Ahí viene Corti, de Tordesillas, como un vendaval. Avisa, él sabe, que no lo va a conseguir. Patinan las ruedas en la tierra seca y toca echarse a un lado. Algunos lo intentan dos veces, algunos suben la cuesta, todos ríen y celebran.

Xabi toma nota desde lo alto en la V Ranciobike.Xabi toma nota desde lo alto en la V Ranciobike.
Xabi toma nota desde lo alto en la V Ranciobike.

Xabi

Algunas veces he pedido vuestra colaboración, os he preguntado después de la prueba, porque me parece importante conocer vuestra opinión. Al fin y al cabo, yo no hago la marcha, me limito a esperar, a ver pasar. Por eso me parece interesante, tanto para vosotros como para la organización, todo lo que tengáis que decir. Aquí están las impresiones de Javier Martín sobre esta V Ranciobike:

9 de junio Nava del Rey 
¡¡¡La Ranciobike!!!

Con la espinita clavada y las ganas de no poder hacer la marcha el año pasado por la lluvia, este año cambiamos Riaza  por la Nava. 

Anima mucho el buen ambiente del que presume esta prueba y lo bien atendido que está el participante, incluso sin tener el recorrido más bonito que hay por el lugar.

Lo que me llama mucho la atención de este tipo de pruebas es lo temprano que nos hacen salir, creo que saliendo perfectamente a las 10:00 de la mañana y con un recorrido tan sencillo como este y con hacer como mucho 50 km sería lo más correcto. 
Así, todo el mundo saldría a una hora razonable y llegaría justo en el momento de tomar esa cervecita y empezar a tiempo a comer ese magnífico arroz con bogavante.

En cuanto a la marcha en sí, estuvo marcada por una salida neutralizada muy correcta y necesaria. Cuando se levantó la veda se puso un ritmo bastante bueno en la gente de adelante, lo cual me sigue llamando la atención: importa mucho la forma física y el poder rodar en puestos de cabeza, pero se deja un poco de lado la capacidad técnica en aprender a manejar la bicicleta que se lleva entre las piernas.
Esto da lugar a que la gente, en los tramos de arena o pasos más técnicos, pasen más de un apuro ellos mismos y los que van detrás, y si empieza a soplar el aire ya no os quiero ni contar…

Llegando al avituallamiento, aparte de ser muy variado me gustó mucho que los voluntarios se preocupaban de llenarte el bote y ofrecerte todo lo que tenían, (se preocupaban de atender al participante ), cosa que cuando vas a otras marchas el voluntario de turno se está fumando un pitillo y diciéndote «ale campeón, no te queda nada». 
Estos detalles dicen mucho de esta marcha y de la gente de Ranciobike .

Destacar ese paso por el núcleo urbano diferenciando marcha larga de la corta, así la gente del pueblo puede disfrutar de su marcha, que al fin y al cabo para un localidad como Nava del Rey es necesario poder disfrutar de estas cosas. 

Diviso en la salida una leyenda, parece mentira que pasen tantos años y me encuentre en la salida a uno de los viejos rockeros de este deporte (como diría mi padre), y rodando en puestos de cabeza. Fabián de Benavente será de los primeros en ganar carreras en este deporte en Castilla y León allá por el año 94/95, cuando yo era un mocoso. 

Finalmente animar a la gente para que opine y así ayudar a los organizadores de marchas para que puedan mejorar en sus eventos . 

Un saludo y nos vemos en la próxima!

Gonzalo y los hermanos Mesonero

Controlando el normal desarrollo de la prueba, la gente del Club Ranciobike. En lo alto de la cuesta, dando indicaciones a los participantes, se sitúa Gonzalo. El alto ritmo de la primera parte de la marcha, llana, se está cobrando ahora su particular peaje, asegura. Juan Antonio Mesonero, a su lado, anima e insiste en la necesidad de cambiar, si quieres subir. Arriba y abajo marcha Miguel. Un par de garrafas de agua y algo de comer. Más gente del club que alcanza este punto, a poco más de 15 km de la plaza de Nava del Rey.

Cuando parece que ya ha pasado por aquí el último participante, Miguel va en busca de posibles rezagados, mientras Gonzalo y su compañero siguen la estela de los ciclistas. Me subo con ellos en el todoterreno. A lo lejos se divisa la cuesta del Aya, los Fumacales o como diablos se llame… Este año no se sube.

Durante un rato, transitamos lento detrás de un ciclista. Llegamos a un tramo con una subida tendida. El dorsal 83, negro y amarillo, una de las últimas unidades de la marcha, pedalea impasible. El ritmo es, por momentos, agónico. Sufre en un tramo de arena llano. Continúa sin aspavientos, sereno, metro a metro. No quiere nada de nosotros, va bien de agua. Por fin llega a lo alto, donde esperan un par de furgonetas de la organización y la ambulancia. El dorsal 83 avanza hacia el pueblo.

Cuatro puntos lejanos que se mueven a la vez. Por la pista con arena hacia este alto. El último ciclista viaja en ese grupo, junto a un par de miembros del Ranciobike y un compañero. El dorsal 21, maillot de Carril Bici, corona la cima. Ya está, le oigo decir. Queda lo mejor, pienso yo.

Locomotora

Ya en las calles de Nava del Rey nos recibe Rocío, controlando la entrada de los ciclistas en el pueblo. Sonríe con alguna ocurrencia de Gonzalo. Unos metros más adelante alcanzo a ver a su hijo Víctor. Gonzalo apunta que ahora está en la escuela de Arroyo y que está notando el cambio de categoría. Ha crecido mucho desde la última vez que lo vi, hace años. Supongo que su hermano Perdigón andará por ahí, cerca. Bajo del coche y pienso si sería buena idea retroceder y… tal vez no me recuerde, sería lo más normal. Me encuentro con Noelia y con más gente en la línea de meta. Ya es tarde para volver atrás.

Marcha no competitiva

Tanto dar vueltas al asunto y, al final, bastaba con eliminar el premio a los primeros. Bastaba con tratar igual al primero y al último. Señalizar muy bien la prueba y estar pendiente de los participantes. Contar con un número suficiente de voluntarios dispuestos a ayudar. Diseñar un trazado atractivo y llamar al sol y al buen tiempo. Al final, repartir un poco de vino, ese lomo, la paletilla. Arroz con bogavante para terminar. El resultado son casi 300 ciclistas contentos en una marcha de pueblo que no, no es una competición, qué va, es mucho mejor. Es la marcha Ranciobike de Nava del Rey.

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