El III Gran Premio Villa de Mojados desde otra perspectiva

Los banderines del Velo Club Delicias ondean contra la piedra blanca de San Juan, sol y viento en las horas previas a la salida de este III Gran Premio Villa de Mojados. Alfredo, al frente del club organizador, va y viene por la plaza, del As de Tapas al podio justo enfrente, de la carpa que debe acoger las firmas de los directores al otro lado, donde reposan los vehículos oficiales de la prueba. Trasiego de personas entrando y saliendo del bar. Los habituales contemplan el desfile de maillots en este mediodía de sábado. Mientras la gente de Mojados se toma un vermut, el fotógrafo aprovecha para comer algo. 

La moto de Cecilio

A las dos de la tarde comienza el baile de equipos. Gallegos, asturianos, cántabros, desde León o Euskadi, compartiendo este III Gran Premio Villa de Mojados con el local Jesús Arozamena o Álvaro, del Merino Track Team vallisoletano. 

Antes de la salida se produce un cambio de guión. ‘Juanolas’ va a llevar en su moto al compañero Rafa, fotógrafo de Tudela de Duero. Porque Rafa es más alto, más grande y más guapo. Eso implica que mi moto hoy es la de Cecilio Vadillo, gran conocedor de toda esta comarca de Mojados y vecino de Pedrajas de San Esteban. Bajo el arco verde de Caja Rural de Zamora, el motor en marcha, esperamos al Ford negro que abre la carrera. Se percibe movimiento al fondo de la calle. Perezosa al principio, la maquinaria del III Gran Premio Villa de Mojados se pone en marcha. Hacia Megeces alcanza su velocidad de crucero, casi doscientos ciclistas avanzan camino de la primera subida del recorrido.

Subida al primer alto de la jornada

Subida al primer alto de la jornada.

Metas volantes

Mojados recibe y despide al pelotón en tres ocasiones. El grupo entra muy estirado en su primer paso por el pueblo, una constante durante toda la prueba, aunque se producen reagrupamientos que abarcan todo el ancho de la carretera. El ritmo es alto, los ciclistas marchan siempre con adelanto sobre el mejor de los horarios previstos. Los vecinos de Mojados se van acercando a la plaza, se va llenando de gente animando y dando color al recorrido.

La curva que describe la serpiente en el casco urbano de Pedrajas de San Esteban ofrece una bonita estampa, minutos antes de encarar la primera subida a Portillo. Al ver el pueblo en el horizonte, me pregunto dónde se habrá colocado Mario. La respuesta está aquí:

Los aficionados de Portillo siempre responden a la llamada del ciclismo. Ya sean pruebas de juveniles o elite, la subida al pueblo aparece salpicada de gente animando. Mucho público este sábado casi de verano, gritos, risas y bicicletas. 

Cortado

Un error de cálculo. Mi empeño por estar en el alto de La Garganta y volver a Mojados para el paso por la meta volante impide a Cecilio, por pocos metros, adelantar al pelotón antes de la segunda subida a Portillo. Nos perdemos el paso por el arco de entrada al pueblo. Tengo unos minutos en moto para lamentar no haber hecho caso al motorista. El segundo paso por la Garganta nos deja ver a un grupo de escapados, pocos metros por delante. Obedezco a Cecilio y nos vamos a línea de meta.

Mojados

Ahora sí, calles llenas de gente animando tras las vallas de Caja Rural que han colocado los chicos de http://www.runvasport.es.  Le doy las gracias a Cecilio por su labor, a lo que me contesta con una sonrisa y un elocuente «me has hecho trabajar un montón». Un grupo viene destacado, con el pelotón apretando detrás. Aquí está Rafa, el fotógrafo. Se coloca a mi lado tras la línea de meta. En el momento en que el maillot rosa de Ángel Fuentes cruza el arco rojo del Ayuntamiento de Mojados, una persona atraviesa delante de mí. Tarda el tiempo suficiente. 

Llega la entrega de premios. La ceremonia no se alarga mucho. En la mente de todos está Juan, el guardia civil fallecido en el transcurso de la prueba. Para sus compañeros y su familia, mi más sentido pésame y mi humilde homenaje con esta pequeña historia del III Gran Premio Villa de Mojados.

 

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