El Memorial Jesús Negro de Urueña mira al futuro

Un hombre con gorra oscura aguarda paciente a la puerta del As de Tapas, Mojados, el sábado por la tarde. Las grandes gafas de sol le otorgan un aire de espía, del que observa sin ser visto. Al pasar a su lado, me da la contraseña: «No me falles». Respondo según lo pactado: «Mañana a las ocho y media. Plaza España».

Juan Pastor

A las ocho y veinte minutos ya estamos enfilando el Paseo de Zorrilla de esta ciudad dormida, camino del IV Memorial Jesús Negro. Juan lleva hoy las mismas gafas de sol, pero el maillot le libera de todo el misterio. Al contrario, una vez en la autovía se abre un libro de muchas páginas. Trato de retener los párrafos más importantes. La admiración que siente por la gente de San Pedro de Latarce, donde llegó a los ocho años. Sus estudios de magisterio, que dejó aparcados para dedicarse a los seguros. La compra de su primera bicicleta, años 80 del siglo pasado, allá en Zaragoza, con una anécdota digna del mejor Berlanga. Su vida hoy, su hija, su yerno ciclista. Los hermanos De Frutos, Villardefrades, Urueña. Ahí está ya la muralla. 

Valhondos

Después de saludar a Alfonso, me abraza la vorágine de maillots y caras conocidas. Roberto, sin miedo pese a sus limitaciones hoy. David sin Roni. Mariano, de Renedo, sin compañeros. Roberto, Javier y el resto de Valhondos, sin complejos. Me resulta muy complicado mantener una conversación coherente de más de cinco minutos con esta cuadrilla, porque el doble sentido lo inventaron ellos… y porque me hacen reír. Vuelvo a prometer al ex presidente verde y blanco y negro que hoy sí tendrá su foto y sigo girando entre la gente. Brilla el sol, si afloja el viento vamos a pasar calor.

Manifiesto

Después de cuatro ediciones, la Marcha Memorial Jesús Negro se ha convertido en una fiesta para Urueña. La gente del pueblo y los ciclistas que acuden, sean 200 o 700, han entendido el sentido, la razón por la que están aquí hoy. Desde el primer momento he visto buen ambiente, compañerismo, rostros alegres alrededor del monolito dedicado a Jesús.

El encargado de leer el manifiesto, de acompañar con palabras la labor de Goyo y toda la familia y amigos de Jesús Negro de Paz, es Manuel Centeno. El periodista de La 8 de Castilla y León hace un análisis certero de la situación, de la convivencia entre vehículos a motor y bicicletas. Apela a la responsabilidad, también de los ciclistas, y al respeto mutuo, sin olvidar cuál es el eslabón más débil. Llega el minuto de silencio. Los recuerdos se acumulan, miremos pues hacia adelante.

Juan Treviño, de la Asociación de Víctimas de Tráfico. Mamen, los familiares de Sergio y Diego, de Pedrajas de San Esteban. Las palomas hacia el cielo de Urueña marcan el comienzo de una jornada muy especial en el pueblo de Jesús.

Bajada en la IV Marcha Memorial Jesús Negro.

Bajada en la IV Marcha Memorial Jesús Negro.

Carlos

Ahora imagino que tengo veinte años menos y me lanzo a correr por las estrechas calles de Urueña, entre cascos, goma, acero y carbono. Vuelvo la cabeza para responder al saludo de un ciclista que me supera en el adoquinado, hacia el arco. El oxígeno, ocupado en los pulmones y el corazón, tarda en llegar al cerebro. Así que llamo Juan, o algo así, a Mario. Contagiado por el ambiente traspaso la muralla y derrapo cuesta abajo, siempre con la chaqueta puesta, la sangre latiendo en las sienes. Un pequeño salto y es el camino, polvo y ruedas. Gritos de ánimo, manos al cielo, más risas, más azul contra la piedra.

Más o menos donde acaba la muralla, en la foto de arriba, aparece Carlos. Su hermano Antonio está de comunión, así que le toca a él llevarme a los senderos. Charlamos un rato frente al horizonte más despejado que se pueda imaginar. Para describir mañanas como ésta debió inventarse la palabra ‘diáfana’. Vemos acercarse a los primeros ciclistas de este IV Memorial Jesús Negro, subir la cuesta que bajaron al principio y adentrarse en caminos más estrechos. Carlos de Frutos, un Ferrari de paseo…

Teso Calvinos

Más allá de los nogales, subiendo una cuesta rota de roderas profundas, aparca Carlos. Le ayudo, muy poco, a descargar el avituallamiento. Manzanas, nulo éxito. Plátanos y peras, mejor aceptación. Agua, bastante. Torreznos dulces, el cachondeo.

El lugar es el mismo del año pasado, solo que el sentido de la marcha ha cambiado. Cuestas que se subían ahora se bajan. La bajada difícil del año pasado se ha suprimido, o eso me parece. Pinos y encinas siguen aquí, en la senda de los aceiteros. Aunque Carlos, cazador, comenta que estos senderos los han hecho los ciclistas que pasan entre los árboles.

La mayor dificultad del tramo es un descenso por sendero estrecho, con una topera, un agujero de unos 20 cm de diámetro casi al final. Los participantes sortean el obstáculo y continúan rodeando este monte bajo. Al final, aparece un ciclista que da media vuelta al pie de la cuesta. Decide volver por donde ha venido y bajar por la cuesta rota, evitando el sendero técnico. Es hora de regresar a Urueña.

Camisetas rojas

Aunque la marcha no es competitiva, en la nave donde se reparten los platos de paella comienza un circuito sin ley con meta en el arroz. En el primer cruce me equivoco y giro a la izquierda, me pasa un grupo de participantes con el dorsal en la mano. Imposible adelantar aquí, opto por la ruta corta, a la derecha. Gracias a los voluntarios de la gran cuchara, salgo hacia la pista de cemento con mis dos trofeos. Desde la hierba, a la sombra, multitud de camisetas rojas buscan su sitio junto a la muralla.

Reconocimientos

Al pueblo de Urueña. Al CRA Ribera del Duero, donde imparte clases Goyo. A la asociación Por una vida feliz para Julia (AME). Al Club de Triatlón Bomberos de Valladolid, presentes hoy en la marcha, con Jesús y Ramón al frente. Al Club Triatlón Rioseco de Maxi y Juan. Al Club de BTT Ribera del Duero. A los Valhondos. A Carlos de Frutos. A los familiares de Sergio y Diego, de Pedrajas. A los familiares de Jesús Negro de Paz. A Juan Pastor y la grupeta La Gasolinera… En un exceso de generosidad, Goyo pronuncia mi nombre. Fiel a mi costumbre, no aparezco. 

Un paso más

El bar de la plaza de Urueña presenta un lleno abrumador. Aquí están los bomberos, esperando para comer. Detrás de la barra se trabaja rápido y bien, así que salimos hacia las mesas bajo los árboles con nuestro café. Aparecen por aquí Óscar, los familiares de Sergio y Diego. Me aseguro de que la marcha de su pueblo, el día 2 de junio, mantiene el tramo que bautizaron como ‘la jungla’ y pienso que hace ya tres años que no voy. Entonces se acerca Juan de Frutos. «Te han nombrado en los reconocimientos, querían darte algo». Juan también me entrega el papel de inscripción para la marcha infantil que se celebra en un par de horas. Relleno y firmo.

Al frente de las operaciones de la tarde se colocan Goyo, su hermana y su sobrina Ana. Con ayuda de los padres, van disponiendo a los participantes en la salida. La parte delantera para los ‘mayores’. Más atrás se sitúan los niños y niñas de menos edad. Veo dos maillots valhondos de Mojados, pero en esta primera edición infantil del Memorial Jesús Negro solo conozco a un niño con camiseta negra y casco rojo. Empiezan a dar pedales hacia el pueblo, por sus calles medievales hacia la plaza, vuelta completa siguiendo a Goyo. El niño del casco rojo no ha dejado de sonreír durante todo el trayecto, por momentos su risa es carcajada que rebota en la piedra, hacia el cielo. Traspasa el azul y se funde en el paisaje de una tarde de mayo en Tierra de Campos, como un mensaje de gratitud para toda la gente de Urueña.

 

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