Carta al VeloClub Delicias (II). Vuelta Ciclista a Valladolid

Estimado y variopinto grupo de aficionados al ciclismo, no se tomen demasiado en serio el siguiente párrafo. Quédense, eso sí, con el sentido:

Les escribo estas cuatro letras como modesto agradecimiento a su labor al frente de la XXVIII Vuelta a Valladolid Junior. Con su permiso, incluyo además unos breves apuntes, nada serio que nos desvíe del tema principal, sobre el desarrollo de la segunda etapa. Vamos, en compañía del VeloClub Delicias, hasta Quintanilla.

Plaza del Bailadero

Mi despertador ha sonado a las 7:45 h, así que ya desayuno en el pueblo que acoge la salida y la meta de esta bonita etapa. Escoltados por Miguel Ángel, con su moto, entramos en la Plaza del Bailadero. Lo primero que sorprende es la cantidad de gente que se ha reunido en las terrazas de los bares. Un café en compañía de los más madrugadores de Quintanilla, mientras Justino y los demás operarios de Runvasport colocan los arcos y la rampa de salida para la contrarreloj.

La plaza empieza a llenarse de camisetas grises. Eduardo, Cándido, Jaime, Miro, Mónica, tanta gente a la que no he tenido el detalle de preguntar su nombre, va llegando el personal del VeloClub Delicias. La mano de Juanolas se alza antes de decir: «Sube, te llevo a que conozcas el circuito».

La Yesera

El recorrido es tal y como me había anticipado Alfredo. Una subida larga, la cuesta de La Yesera, dos kilómetros con algún sinuoso repecho, más o menos en la segunda mitad de la cuesta. Recta tirada con regla hasta la puerta de la finca de Arzuaga, anfitriones de lujo de esta Vuelta a Valladolid. Giro de 180 grados y regreso sobre el mismo camino hasta la plaza de Quintanilla. Pinos a un lado de la subida, cereal y viñedo al otro. La profundidad de los campos de Castilla contra un cielo hoy por completo azul. Calor… pues sí, cada vez más.

Diversión

A las 10:30 comienzan a salir los corredores, unos 30 menos que en la jornada inicial. Golpes de calor, caídas, desfallecimientos… A la sombra de la rampa de salida se acerca Paulino, presidente de honor del VeloClub Delicias. Un foto con Damon Fouchee, a estas horas líder de la carrera, por supuesto, Paulino, eso está hecho.

Las imágenes que considero que mejor reflejan el esfuerzo de los ciclistas en la etapa de hoy se desarrollan en la subida de La Yesera. También en la bajada, donde los chicos demuestran la técnica y la habilidad que los han traído hasta aquí. Me bajo de la moto en lo alto de la cuesta y voy descendiendo, porque, de lo contrario, van a salir 140 fotografías idénticas. Durante un segundo, el sol calentándome el cerebro, pienso que es buena idea tratar este primer sector como una prueba de BTT. El terreno invita a esperar la llegada del ciclista y disparar, ocupar un buen lugar durante un rato y moverse, poco a poco, cuesta abajo.

Entonces lo veo. Una pared baja de piedras superpuestas, sin más argamasa que la gravedad para mantener la precaria estructura. Cuando ya estoy imaginando puntos de vista, la piedra en la que he apoyado el pie derecho abandona la disciplina del grupo y toma vida. Las leyes de la física, tozudas, condenan a mi espinilla y mi codo. Miro el lado bueno del asunto. Acabo de experimentar, en mínima dosis, lo que sufre un ciclista cuando se desliza por el asfalto.

Ya no subo al pinar, claro. Comienzo el descenso acompañando los gritos de ánimo de los directores de equipo desde sus vehículos. Observo cierta tendencia a la exageración de los atributos masculinos en sus expresiones, algún que otro taco, no muchos. Pero siempre a favor del corredor, guiando. Solo en un par de ocasiones oigo algún reproche, escucho corregir con irritación la mala trazada de una curva en la subida. Hasta la directora del equipo de Sudáfrica se anima con un ¡Vamos!

Alcanzo el paso elevado, ya se ven las calles de Quintanilla. Como el músico de calle que es, El Duende Eléctrico se ha tomado la molestia de ir saludando, de llamar por su nombre, a los corredores a su paso por este punto. Todo suena mejor sobre el fondo áspero de su guitarra.

Un momento de la contrarreloj.

Kometa

Raúl ha volado, casi de manera literal, por la carretera que lleva a la Finca La Planta de Arzuaga esta mañana. En menos de 16 minutos ha devorado los 11 kilómetros de la contrarreloj que, con acierto, ha diseñado el VeloClub Delicias para esta edición de la Vuelta.

Alegría y color

La hora del vermut. Para muchos, sagrada. Hoy en Quintanilla, multitud de personas intercambian opiniones o escuchan. Comen y beben con el ciclismo como excusa. Los vecinos del pueblo miran con curiosidad las máquinas de correr, también a los chavales. Comparten un rato con la gente del VeloClub Delicias. En el Mesón Quintanilla, la sala se llena de camisetas grises. A mi lado se sienta la persona que, perdón por olvidar tu nombre, levanta el cartel de Kilómetro 0. Después, se sube a la moto y aparece en el cruce indicado. Pienso en lo fundamental de una labor, a priori, tan sencilla, en el esfuerzo y la voluntad que le pone esta gente a la prueba.

Segundo sector

Dos cortes de cinta, uno en la salida de Quintanilla y otro en Olivares. Arranca la carrera hacia Valbuena. La hora de este primer paso por la bonita localidad le resta público, pero la gente aplaude y anima. El grupo entra estirado, siempre con algún pequeño grupo por delante, son pocos los segundos permitidos.

Poco después de la única subida seria de este sector, Dani Cavia lo vuelve a intentar. El tramo llano que sigue no beneficia su aventura, que se acaba al final de una bajada larga y con alguna curva difícil. Ya en el segundo paso por el circuito que delimitan Valbuena, Pesquera y la meta en Bodegas Emina, se forma el grupo que va a dinamitar la etapa.

Emina

Cuento siete corredores por detrás de la furgoneta gris que conduce ‘El Abuelo’, abriendo carrera. Por ahí andan Thomas Silva y Miguel Ángel Mera. También Jonathan Chaves. Un corredor colombiano gana en el sprint al lado de Bodegas Emina. Los tiempos están cambiando, perdón por el chiste fácil.

Volver

Los chicos y chicas del VeloClub Delicias se merecen un momento de asueto después de un día largo. Aceptan la invitación del alcalde de Valbuena y deciden visitar el festival que se celebra en la isla, un bonito enclave al lado del río. Edelmiro ‘Mirinda’ Estévez, el ciclista, el conductor que lleva a uno de los jueces en esta XXVIII Vuelta a Valladolid, no los acompaña hoy. Así que me subo en el asiento de atrás del coche hacia la capital. No hablamos mucho, porque el asiento del copiloto es para César, el speaker. Gracias Miro, me bajo aquí. Nos vemos mañana.

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