Escalofrío

Un café antes de salir

La carpa blanca en esta plaza de Guardo ve pasar bicicletas, chalecos de color naranja y algún paisano que se asoma desafiando al frío. Falta una hora para la salida de este V Escalofrío, el primero para mí. Van apareciendo ciclistas que conozco, gente de Mojados, Jesús y Óscar, Ibi y Marcos. «Es durilla, pero no tiene dificultad técnica». Ahí está Imanol. Aprovecho para hablar con ellos ahora, porque sospecho que no les voy a ver el pelo en toda la mañana.

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Víctor, Carlos y Mariano

Esta vez no me van a pillar. En cuanto veo la traca, me retiro hacia la calle contigua. Explotan los treinta metros de pólvora. Tras el humo blanco, festival multicolor. Un nuevo paso por la plaza y los participantes enfilan hacia Velilla del Río Carrión, primera localidad de este Escalofrío al revés.

Víctor conduce el todoterreno. Carlos ha de prestar asistencia en caso de avería. A los dos miembros del MTB Guardo se suma Mariano, que va a intentar hacer alguna foto a su hijo mientras ataca las subidas que tiene reservada la prueba. Corto trayecto por carretera hasta Velilla y enseguida nos rodea el paisaje de la montaña palentina.

El entorno hace la marcha

El vallisoletano medio, acostumbrado a ver la vida en horizontal, asiste encantado a este espectáculo de rampas arriba y abajo, de repechos imposibles y subidas tendidas entre los pinares y los hayedos. «Cuando salimos con la bicicleta desde Guardo, no tenemos respiro», comenta Carlos. «No vas a encontrar una pista llana de dos kilómetros en la que relajarte». Los participantes de este Escalofrío, tampoco. Responde Víctor: «Podría diseñarse una marcha tres veces más dura, porque hay terreno. Ir, por ejemplo, hasta Camporredondo y luego…». No puede acabar la frase. Vemos un ciclista parado, otro pinchazo. La bomba hace su trabajo y continuamos hasta el primer avituallamiento.

Parar y contemplar

La mayoría de los participantes que encontramos, en la parte trasera de la prueba, trata sobre todo de disfrutar la marcha. Parar en cada avituallamiento y, en un momento concreto, rendirse ante el paisaje que se muestra a sus pies y bajar de la bici. Solo para admirar. Solo para hacerse la fotografía que luego enseñarán orgullosos a sus amigos.

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Cristo-Sierra

La subida más bonita, si me permitís, de todo el Escalofrío. Una cuesta larga y tendida donde adelantamos al rosario de ciclistas que trata de superar las dificultades del terreno. Asomo la cámara por la ventanilla y noto el frío alrededor de estos montes salpicados de blanco. La nieve ya derretida adhiere el barro a las ruedas cuando se avista, por fin, el cartel: «Alto de Cristo-Sierra. 1.620 metros».

Chocolate con churros

Villafría es un pequeño pueblo al que llegamos por carretera tras una vertiginosa bajada. Durante todo el trayecto, Carlos y Víctor van compartiendo sus conocimientos con el recién llegado. Hablan de los porcentajes de las cuestas, comentan su experiencia con la bicicleta casi en cada tramo del camino. Ahora bajamos los cuatro hacia el chocolate y el orujo que ha preparado la organización.

Calambres

Comento con Carlos la merma de participantes respecto al año pasado. «Es algo común a todas las marchas», opina. «Y en esta, por su dureza, se hace la criba en la propia inscripción, la gente que piensa que no va a aguantar no viene». Pues es una pena, reconozco. La prueba está muy bien organizada y la señalización está funcionando bien, bajo mi punto de vista. Excepto en un punto,aunque tal vez sea culpa del chupito de hierbas. Por alguna razón, son muchos en Villafría los que, tras el avituallamiento, ignoran la flecha y enfilan recto.

Resta todavía la mitad del recorrido. A partir de aquí encontramos muchos ciclistas con calambres, el recorrido se cobra su peaje.

Imanol ya está en Peñafiel

El último tramo del Escalofrío discurre por un sendero «disfrutón», que dice Víctor. Hace más de dos horas que la bicicleta de Imanol Flores y los primeros pasaron por aquí. Llegamos al pueblo a la hora del vermut, con mucha más gente en las calles y el sol acompañando. Les hago una foto a Víctor y Carlos. Gracias por la camiseta, la gorra y por dejarme compartir con vosotros esta gran mañana de BTT.

 

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