La colegiata de Toro ve disfrutar a 300 ciclistas

He hablado con Toño hace cuatro días. Se mostraba optimista entonces en cuanto a la lluvia. «Lo ideal es que el terreno se seque un poco estos días y que no llueva el domingo». Las calles mojadas de Valladolid, a las siete de la mañana, me hacen pensar en un cambio de recorrido, que Toño y la gente de la organización de Toro ya tienen previsto en caso de necesidad. Primer ejemplo, hubo muchos más, de cómo se ha trabajado desde el Club Ciclista Toresano en esta primera edición de la VinToroBike.

Rotonda de salida

La carpa de inscripciones frente al bar recibe a los ciclistas, que guardan cola, pacientes. Ahí está Mariano. Borja va a cambiarse. Menos paciente, me alejo un poco para tomar un café. La camarera coloca tres churros en un platito al lado. Ofrecen lo que prometen, así que mastico uno y olvido el resto cuando Eva entra en el bar. Le hago una pregunta que seguro no se espera, le digo, sin avisar «¿Ha llovido mucho por aquí?». Se ríe. «Yo soy de Jaén, pero venimos desde La Coruña». Incapaz de procesar una información que me resulta, a esta hora de la mañana, tan contradictoria, me retiro deseando suerte a Eva. Por ahí aparecen ya dos siluetas reconocibles.

Verdejo en Toro

Negro y verde, Willier… Jesús Marchena y Óscar Villegas, de Medina del Campo. En estos dos años de andar por las cunetas intentando plasmar en fotografías lo que sucede en una marcha, o más sencillo y más cercano a la realidad, sacando fotos a los ciclistas, he coincidido con estos dos en casi todas las marchas de BTT. Junto a Samuel Jiménez, Rubén ‘Canutillos’ García y puede que Imanol Flores, son los dos ciclistas que más veces he visto pasar al lado. Hoy Jesús tiene un problema con el freno, creo entender. Apunta como solución un corte que Óscar desaconseja. Venga, seguid dando vueltas que os vais a quedar fríos.

Autonomía

La primera vez que vengo a Toro. La primera vez que no voy en coche de organización. Los senderos que transitan las bicicletas no permiten el paso de todoterrenos, así que, preguntando al speaker, preguntando al chaval de Protección Civil de la rotonda y siguiendo a las motos, me planto con mi coche en una subida. El sol se resiste a iluminar estos caminos arcillosos rodeados de viñas. Llegan los ciclistas en un grupo bastante compacto, pero la unión empieza ya a romperse, se forma la habitual hilera de corredores. Jesús y Rubén van tomando posiciones en cabeza. Esto acaba de empezar.

Los chicos del Club Ciclista Toresano

No llevo ningún dispositivo GPS, nunca. Ni siquiera rastreo el recorrido de las marchas con el Google Maps. Así que regreso a la salida. Tras comprobar que los chicos de Runvasport han hecho su trabajo y nadie diría ahora que hace poco han pasado por aquí trescientas bicicletas, solo puedo hacer una cosa: llamar a Toño. Sus amables indicaciones me llevan a otro punto del recorrido. Llego tarde y me fastidia, porque los senderos y el pinar que se divisa prometían. Echo a andar hacia dos maillots verdes que se distinguen en la mañana nublada de Toro. «Decidme un pueblo o algún punto al que pueda ir». «No se pasa por ningún pueblo… pero, bueno, puedes ir a la senda del río, creo que allí no tenemos fotógrafo». La sangre vuelve a circular por mis venas. Les hago, por lo menos, otras cinco o seis preguntas. Me olvido, otra vez, de preguntarles su nombre. Solo les saco esta foto.

La senda del Duero

En dos horas y media da tiempo a pensar en muchas cosas… o en nada. Me dedico a escuchar, primero los pájaros, después un caminante que viene a hablar conmigo. También ciclista, de carretera. Ahora su primo quiere liarle para que se anime con el BTT.

Llega más gente, paseantes, toresanos en su carrera matutina. El paraje es hermoso. Buena temperatura, troncos donde sentarse, el rumor del agua… Sonido de cadena a lo lejos, piñones, pedales, respiración. Llegan los primeros de la ruta corta a surcar el último tramo de senderos, el más bonito de la marcha. La mayoría levanta la vista para admirar el paso del Duero y las ramas retorcidas de los árboles, para respirar este aire siempre nuevo.

Menos poesía parece que trae Rubén, que pasa primero por aquí. Marchena va a alcanzar al de SobreRuedas casi al final.

La primera marcha de Víctor

Este tipo de marchas, tengo que recordarme a veces, son de los ciclistas. No hay competición real, ellos lo saben. Para mí, el dorsal número 205 tiene la misma importancia que el 308. Está bien echar un vistazo al orden de llegada, pero no me interesa más que conocer cómo ha sido la prueba para quien ha empleado, por ejemplo, una hora más en completar el recorrido. Hoy tengo la suerte de poder publicar las impresiones de un novato. El domingo, Víctor participó en su primera marcha de BTT junto a su hermano y sus amigos. Me ha enviado este texto:

El domingo 26 disputé la primeriza VinTorobike. Me levanté con la incertidumbre del clima, puesto que amenazaba lluvia, la cuál no apareció, pero más incertidumbre me producía cuál serían mis sensaciones, ya que iba con 50km. en mes y medio. La organización me pareció bastante buena, siempre con algún matiz a mejorar, pero con un notable, aún siendo su primera edición. El recorrido ubicado en un entorno precioso, donde se mezclaban viñas y pinares, era muy técnico bastante antitético a mí. Lo superé con cierta fatiga, pero con mucho ánimo, pese a sufrir un parón al comienzo de la marcha por unas molestias estomacales, una vez superadas, me hicieron disfrutar de la marcha. Creo que para un aficionado de televisor (que soy yo), me sentí a la altura, sobre todo al final, que aún siendo una rampa exigente y bonita, comentándolo en la sobremesa con mis compañeros de fatiga, parece ser que subí con un desarrollo de profesional (risas). Nos vemos el próximo año.

 

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