Los hombres de negro vuelan en Rueda

La carretera que lleva hasta Rueda desde Valladolid recibe, la madrugada de un sábado de enero, muy poco tráfico. Paso por Serrada y La Seca y el termómetro sigue cuesta abajo. Se detiene en el nueve, con un guión delante. Niebla, hielo, los viñedos, los pinos, todo es blanco alrededor. También el camión con tres grandes quesos dibujados en la caja. Los reyes magos no le han traído al conductor de la furgoneta negra las antiniebla y el rojo de las luces traseras se pierde a lo lejos. Rueda al fin.

Frío

En el laberinto de calles estrechas que conduce al polideportivo no caben más coches. Me topo con un chaval de Laguna que baja la Scott al suelo. «Vamos a pasar frío», dice Alberto. Más adelante, el arco de meta y Borja Nieto. «Te lleva el mismo del año pasado». Aparición estelar de Agustín, siempre de buen humor. Traca. Coche rojo abre la marcha acelerando en la curva para tomar la carretera. Ahí vienen los ciclistas. Saco la cabeza por la ventanilla y los dedos dejan de funcionar.

Tramo neutralizado

La cara de Jesús Marchena en la salida es un espejo. «Tengo poca chicha y me quedo helado». A pesar del frío y fiel a su costumbre, se coloca delante junto a otros habituales. Por ahí andan su compañero Imanol, Dani, Juan Carlos, Turrado… Un escalón por encima, casi camuflados en la parte delantera del grupo, Fernando Grijalba, Alberto Guinea, Noel Martín. Borja se ha traído a su pueblo unos participantes de mucho nivel.

Acelera, Agustín

«Vamos a 25, ahora a 30…», comenta el conductor. Llegamos a una bajada y se desatan las ganas de correr. Ahora resulta extraño pensar que la marcha no es competitiva, mirando la vida desde la cabeza del grupo y escuchando los comentarios de mis compañeros de viaje. Detrás de los veinte primeros, obvio, vienen 280 ciclistas más. La cabeza de la serpiente se separa y funciona de manera autónoma. No mira hacia atrás, no para en los avituallamientos, no charla con el compañero. Pedalea entre la niebla y devora los caminos. Sin piedad.

Rubén se apunta

«Samuel me ha cedido el protagonismo», cuenta un par de horas después Rubén ‘Canutillos’ García. Hoy se ha metido en el grupo de cabeza, junto a Grijalba, Guinea, Marchena y Turrado. Rubén aguanta hasta los senderos de Foncastín. En el corte se quedaron Imanol Flores y Dani Hernández. Su compañero de equipo para las Sprinter Chip de 2017, Jesús Marchena, recibe el castigo en el llano de los dos fenómenos de Laguna. «Grijalba y Guinea están por encima de nosotros y son más jóvenes que yo, eso se nota también, recuperan mucho antes», relata el de Medina, que ve a Alberto un punto por encima de Fernando en esta disciplina del BTT.

 

Sauvignon en Rueda

Ajenos a estas batallas por el primer puesto, el resto de participantes continúa su marcha por los caminos helados. El hielo ha teñido de blanco el pelo de Maria San José, también la barba de Hugo Cabrero. Los radios de la rueda de Mariano, los rostros de los chicos de Cuéllar… el sol no sale hoy en Rueda.

También los viñedos sufren con el frío. El viticultor que conduce el coche conoce su oficio. Distingue el tipo de uva por la forma que adoptan los sarmientos. «Eso es Sauvignon, el palo sale más recto hacia arriba, se utiliza para darle un sabor afrutado al verdejo». En una de nuestras múltiples paradas, Agustín rebusca entre sus herramientas. «Ahora vamos a podar un poco, para que veáis cómo se hace». Los ciclistas miran entre extrañados y divertidos al hombre de Rueda. «El mejor vino de España, dicen algunos». Teniendo en cuenta que Agustín conduce y que nos encontramos, para mí, en medio de ninguna parte, apoyo su teoría sin decir nada.

Hace un año, en Rueda…

Las once y media, casi las doce. Si en la plaza de Foncastín hacía frío, en el cruce de Torrecilla hay que agradecer, una vez más, la labor de los voluntarios. Van a esperar aquí alrededor de tres horas, en el mejor de los casos. Gente que, tal vez o con toda seguridad, ni siquiera es aficionada a la bicicleta. Solo están echando una mano, pero una mano muy grande, bajo cero.

En 2016, Borja Nieto se inventó una quedada en su pueblo. A la que acudieron 118 ciclistas. Este sábado han pasado por los caminos 300 personas. Muchos conocen a Borja de otras marchas, porque Borja se mueve. Gente de Galicia, de Euskadi. Gente, por supuesto, de Medina y de Tordesillas, de Peñafiel y de Íscar. En un año, la marcha ha crecido, se ha hecho mayor. En un terreno llano pero con alguna cuesta imposible. Sin los charcos del año pasado pero con la dureza que este sábado 7 de enero reservó el frío para los ciclistas.

El sol vuelve a salir

Suele pasar. Fin de la marcha, sol espléndido en Rueda. En menos de dos horas, Guinea y Grijalba se han almorzado los 60 kilómetros con su negro atuendo. Noel y Alberto charlan con sus compañeros. Imanol y Dani desvelan sus planes para esta temporada. Marchena, ahora no le veo, estará ya en su casa de Medina del Campo. Imagino que no se ha detenido en la meta. Imagino que habrá tomado uno de los caminos que recorre cada día hasta su pueblo. Acompañado, espero, de este sol que ahora brilla con fuerza. Los dedos vuelven a funcionar, la sangre vuelve a correr, una vez más, en Rueda.

 

 

 

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