Roque tiene un pelaje blanco y negro que invita a pasar la mano por su lomo. Algún niño se acerca y acaricia su cabeza. Roque cierra los ojos y trata de comprender. Se oyen ladridos confundidos con la música de la megafonía y la omnipresente voz del speaker. Hay una carrera, pero Roque no puede competir en mushing con solo siete meses. Ve pasar a los perros unidos a la máquina de dos ruedas que manejan sus dueños. Roque mira alrededor intentando aprender.
La primera clase de mushing
Los chicos del Club Mushing Atletismo de Arroyo han preparado un bonito circuito. Roque se acerca hasta una subida y ve a los perros tirar hacia arriba. El ímpetu del animal da con la bicicleta y el dueño en el suelo. Rápido, hacia arriba, se suceden las órdenes para que continúe. El perro obedece, siempre hacia adelante, consignas mil veces repetidas en los entrenamientos. Palabras en clave. Adiestramiento.
Se llama bikejoring
Entre el montón de palabras nuevas que llegan hasta las orejas de Roque, retiene el sonido, casi de juego, de «bikejoring». Escucha comentarios sobre un chaval que vive cerca de aquí. Se llama Murdock y, guiado por Pablo Enjuto, se proclamó campeón de España en 2015. Pablo y su compañero de hoy consiguen el mejor tiempo de la mañana.
Patín o bicicleta
El mushing engloba diferentes modalidades de carrera con perro. El más conocido, la carrera a pie o canicross, es también la que más participantes ha traído hasta aquí. Aunque Roque venía a ver bicicletas, queda sorprendido por otro artefacto. El patín, sin pedales, que manejan con habilidad los pocos participantes de bikejoring que han venido a este bonito parque del Socayo de Arroyo de la Encomienda.