Un sábado por la mañana con los chicos de las escuelas. Se celebra una prueba de BTT en Viana de Cega, organizada por la Escuela Ciclista de Arroyo de la Encomienda que dirige Juan Carlos Domínguez. Los niños van y vienen con sus bicis por los alrededores del río mientras los padres, venidos de Burgos, León, Ávila o Valladolid, recogen los dorsales. 165 participantes en una carrera de escuelas. Cuatro horas después, en Las Contiendas, con una infraestructura mucho mayor y una difusión, a priori, grande, toman la salida menos de 90 ciclistas en la segunda prueba del Open de Castilla y León de BTT XCO. Las cifras, que se prestan a múltiples interpretaciones y no dan respuestas, deberían plantear preguntas.
El escenario ideal
Monte Escudillas se llama este paraje. Todo el ajetreo inicial y la salida de la prueba pueden verse desde el puente que salva el río. Unos escalones conducen a los caminos polvorientos y secos de este caluroso sábado de marzo. Más allá, entre los árboles, se encuentra la zona más agradecida para hacer fotos, un tobogán que no todos los ciclistas superan. Por aquí pasan Iván Estévez, Sergio Romeo camino de otro triunfo, Estela Domínguez… Lidia, del Comaci, entra en segunda posición después de una bonita pugna con Lara García. Segundo es también Iván Romeo en Infantiles.
Hemos venido a jugar
Ángel me ha traído hasta aquí. Es el padre de Víctor, de la escuela ciclista Comaci Team de Valladolid. La idea era regresar con él, que me acerque, si no es mucho trastorno, hasta Las Contiendas. Los chicos y chicas de la escuela tienen otros planes. «Vamos a quedarnos por aquí a dar una vuelta». Desarrollado, significa que para ellos esto no acaba en la línea de meta. Queda encontrarse con los amigos de otros clubes, coger la bicicleta y jugar. Hablar de sus cosas, ponerse al día. Disfrutar de esta espléndida mañana de ciclismo. Como niños.
Vuelvo a Valladolid con los jueces de la carrera, previa gestión de Ana Isabel Rojo. Soy incapaz, en el corto trayecto, de romper su conversación con alguna pregunta interesante.
Un recuerdo de Crespos
Uno de los aciertos de la prueba organizada por Jonatan López hace una semana fue, en mi opinión, unir la competición de escuelas con las demás categorías. Mención aparte merece, creo, la categoría de promoción. No eran muchos, algunos niños del pueblo y miembros de la escuela de Fontiveros. Se da la salida. Llama la atención un chaval. Es alto. Su bicicleta lleva ruedines. Pedalea con fuerza mientras una mujer trata de que no caiga hacia un lado impulsado por su propia energía. Mantiene el equilibrio a duras penas, pero continúa dando pedales hasta el final. La gente aplaude. Su compañera en la carrera sonríe y toma aire. El chaval está contento también. Tiene síndrome de Down. Hace tiempo que se apuntó a la escuela de Bicicletas Jonny-Mapfre. Antes no hablaba, ahora sus profesores le preguntan a Jonatan qué le han dado al niño, porque no se calla en clase. Yo podría haber regresado a Valladolid en ese momento, porque ya hubiera merecido la pena hacer 120 o 1.200 kilómetros para ver algo así.