Roni en el Alto del Guindo de las Tres Provincias de Ataquines

Abraham se afana colocando las vallas de http://runvasport.es en la recta de salida y meta de la II Marcha BTT Las Tres Provincias de Ataquines. Hoy le toca a Nelson transitar con el Corsa azul por el recorrido, del Alto del Guindo a la Huerta del Bao, de Donvidas a la senda del jabalí. Los ciclistas van entrando al pequeño edificio del ayuntamiento, recoger la inscripción y volver a salir. A simple vista, mucha más gente que el año pasado. A ver qué dicen los números…

Inscritos: La participación se ha multiplicado por dos este año, son 180 ciclistas con apenas 30 unidades en el pelotón de la marcha corta de 40 km. El cambio de día, de sábado a domingo, y la labor de la Asociación San Juan Bautista de Ataquines tienen algo que ver con esta subida en el número de participantes.  

Participación femenina: Flaco favor ha hecho el fotógrafo en esta ocasión. Una sola imagen, ya en meta, de Ana. Otra de Miriam, junto a David, antes de llegar al Alto del Guindo, para un total de diez mujeres.

Variedad de origen: Medina del Campo, sobre todo. Arévalo, por supuesto. Gente de Tordesillas, Laguna de Duero, Valladolid. Un alegría volver a ver los tatuajes de Riki y a Óscar Villegas dando vueltas y hablando con todo el mundo en la salida.

Un día perfecto: Nublado para una temperatura ideal. Sol al final, muy poco viento y un único tramo con barro… lo vamos a contar.

Héctor

Antes de hablar del conductor, de la persona que hace posibles las fotografías y este texto, unas palabras de Hugo respecto a la organización de la prueba. Si visitas esta página, ya conoces a Hugo, el segoviano que vive en Coca y participa en las marchas de la provincia de Valladolid. «Me ha gustado mucho el recorrido, pero sobre todo la gente, los voluntarios, lo vivían… muy pendientes de los participantes y muy amables, se han volcado con la prueba».

Héctor pertenece a la Asociación San Juan Bautista de Ataquines, los voluntarios de los que habla Hugo. Vive aquí, en su pueblo, tratando de implicar al mayor número de personas en los proyectos de la asociación. Para los próximos días, por ejemplo, han organizado un festejo taurino. «La gente del pueblo agradece este tipo de iniciativas, como la marcha de hoy. Se ha notado mucho la labor de la asociación». 

El Alto del Guindo se encuentra a cinco minutos en coche desde la plaza mayor de Ataquines, de la que van saliendo, controlados por el quad, los ciclistas. Dejando la carretera que lleva a Muriel por un camino ancho, se divisa la pirámide escalonada. Antes de llegar, como advirtió Héctor, un tramo con barro que hace balancearse el coche… alguien calculó mal el alcance del pivote de riego para el campo de cereal que nos rodea, ese agua malgastada convierte el camino en una trampa para el motociclista que viene siguiendo la prueba. Cae al suelo sin hacerse daño. 

Solo se puede continuar sobre cuatro ruedas si te llamas Nelson y conduces un Corsa azul con, hoy sí, la sirena en su techo. Ataca un pequeña subida, el coche se inclina 30 grados y gira, ya está arriba, ya está rodeando el alto, a la espera de los primeros ciclistas.

Roni

Ahora lo leo y estoy casi seguro de que no se escribe así. El precioso perro de David camina arriba y abajo, se divierte. El hombre de la chaqueta negra es incapaz de preguntar cómo se llama el dueño, más preocupado por la cuesta que tiene enfrente. Como había dicho Esteve, cuenta siete escalones hasta la cima. No llegará a cien metros, pero las rampas son empinadas y cortas. El Alto del Guindo permanece en silencio, a la expectativa, antes de devorar bicicletas.

Desde aquí se ve llegar al grupo de cabeza, en suave cuesta arriba desde Muriel. El primero en atacar los escalones del Alto del Guindo es Israel Castañeda. Isra, consumado especialista en los circuitos de ciclocross, avanza con solvencia por las rampas, sin que se perciba un esfuerzo extra en su pedalada. El ritmo es la clave, no abandonar ese pedaleo, porque de lo contrario… Isra cede en el último escalón.

Se empieza a hacer complicado subir, el tráfico es intenso ahora. Tras Israel, César Mato, pie a tierra. Por detrás aparece Jorge Turrado, con la certeza de que no conseguirá subir hoy. Después un maillot rosa, un viejo conocido. Chechu cuenta cómo subir esta cuesta sin apoyar el pie en el suelo.

Chechu

Empieza en ‘esto del ciclismo’ a los nueve años, con el club de tu pueblo, Tordesillas en este caso. Participa en las carreras de escuelas, esas a las que nadie presta atención. Disfruta corriendo, aprende. Crece, corre en cadetes con el apoyo de tus padres, sigue estudiando como los demás. Comparte risas con Corti y Carrasco. Alcanza la mayoría de edad, corre tres años como sub23. Vete a correr a Zamora, con el Caja Duero. Cumple los 19 y deja la bicicleta, termina de estudiar.

Aparca las dos ruedas durante diez años. Contempla, sorprendido, el crecimiento de las marchas de BTT. Vuelve a hablar con Corti, con Fernando. Colabora en La Páramos. Fedérate con el RCT Ribera. Participa en marchas cicloturistas de carretera. Vuelve a disfrutar con la bicicleta.

Trata de aguantar el ritmo en el grupo, con Isra, César y Turrado. Guarda un poco para la subida, deja pasar a Jorge, no te cebes con los primeros. No hay prisa para subir el Alto del Guindo. Cuando llegues a la primera rampa, intenta colocar tu culo en la parte delantera del sillín y echa el cuerpo hacia adelante, dobla los brazos. Esto te permitirá un mayor control sobre la rueda delantera, evitará que se eleve en la cuesta. Sigue manteniendo el mismo ritmo tranquilo, no hagas movimientos bruscos ni fuerces la pedalada, tienes que subir todo el rato de la misma manera. En medio minuto estarás arriba.

Bueno, si sigues estas instrucciones puedes subir cualquier cuesta por difícil que parezca, Horno Cazo incluido. En Alaejos puedes ser incluso el primero en hacerlo, si Enrique no participa. Pero, sobre todo, disfruta de la marcha. Conoce a la gente, charla con desconocidos, dale tu agua a ciclistas que no vas a volver a ver, haz amigos. 

Maxi de Frutos en el Alto del Guindo

Maxi de Frutos en el Alto del Guindo.

La carga de la brigada ligera

La subida se convierte en un espectáculo para la poca gente que se ha acercado hasta aquí. Sin más orden que el que me dicta la memoria, ahí llega Maxi, con Óscar Villegas como espectador de primera fila. A punto de conseguirlo, se baja a pocos metros del final, estorbado por los ciclistas que le preceden. Esteve grita divertido, avisando de sus intenciones. Lleva un buen ritmo, pero cae antes de lo que hubiera deseado. Riki ya ha pasado, pero se merece un pequeño capítulo aparte.

Riki

El señor Ricardo Lorenzo no suele participar en muchas marchas. Así que, si me permitís, me alegro de verle volar con su fatbike otra vez. Cuando llega al Alto del Guindo se abre un vacío a su alrededor, de repente no hay más ciclistas que Riki en el camino hacia la cima. Sube con fuerza porque da la impresión de que no conoce otra manera de hacerlo. La gente de arriba anima, se ríe, Riki también. Alcanza la mitad de la cuesta, demasiado fuerte, demasiado arriba. La rueda delantera se rebela, cae Riki hacia su izquierda, la bici detrás. Maldice algo que no llego a entender y gira sobre sí mismo, se tiende boca arriba sobre la tierra, sobre la hierba húmeda. Ricardo Lorenzo se levanta y continúa. Con una sonrisa. Hacia arriba, hacia adelante.

Hacia abajo camina el fotógrafo con Héctor. Roni ya se fue, sin despedirse. En las últimas unidades, haciendo la ruta corta, llegan Santi y Vanessa. El fotógrafo cree durante unos segundos que es Cartier-Bresson y dispara mientras camina, así que Santi se queda sin foto. Más atrás, ya en la pista, aparecen David Reoyo y su compañera Miriam. 

La senda del jabalí

Del bullicio al silencio en una sola etapa. Los pinares que rodean Ataquines, el río Adaja al fondo, ahí abajo, invitan a descender por la cuesta que ha preparado Esteve. Senderos técnicos, que dice esta gente. La bajada es peligrosa, anuncia Héctor, si quieres puedes continuar recto por el llano. Jorge Turrado no ha escuchado ni una palabra. Gira a la derecha dándole un nuevo significado al término «resolución». Solo ve el camino estrecho marrón, el tocón de madera a su izquierda, la cuesta abajo y la curva. Hasta los pájaros se han callado, solo se oye su respiración, pesada, acompasada. Sus gestos gritan «he bajado por aquí un montón de veces». Sereno, sin dudar, sin aminorar la velocidad más que lo imprescindible, roza el lecho de tierra hacia las hojas secas y desaparece engullido por el sendero.

Divertido y variado, así se presenta este último tramo de la marcha. Rampas cortas pero duras, una estrecha línea de tierra seca en algunas zonas que exige habilidad. De eso andan sobrados en Pedrajas. Cuento nueve, puede que más, participantes con el maillot azul. Muchos repiten del año pasado. Recuerdo su reflexión al final de la marcha de 2018, la necesidad de apoyar marchas que empiezan, como ésta. Apoyos como el suyo han conseguido que se doble la participación en 2019. Espero que hayan disfrutado del almuerzo final y volverles a ver pasar por aquí el año que viene. 

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