Santovenia reivindica los caminos del ciclismo aficionado

ReivindicarReclamar algo a lo que se cree tener derecho.

El Parque del Remuel de Santovenia de Pisuerga amanece resplandeciente este primer día de mayo. Brilla la hierba con el sol madrugador y… bueno, mejor vénte para acá, porque a la sombra, no te creas, hace fresco. Las ínfulas de poeta pastoril se evaporan con el sonido de las ruedas al girar y los saludos de la gente. Escucho a Alfonso relatar su experiencia en la marcha de Mucientes y salgo a la carretera, buscando no sé muy bien qué. Con el sol en la cara, apenas distingo a Adolfo, Rubén y Javier. Comentamos alguna historia, nos reímos, nos acercamos al punto de recogida de dorsales. Alberto, el técnico del ayuntamiento de Santovenia de Pisuerga, charla con Rocío. Por fin le puse nombre a la speaker que, a pesar del nulo interés que parecen demostrar los participantes, se emplea en explicar las particularidades y las normas a seguir en esta marcha. Aparece Roberto, el alcalde, dispuesto para dar pedales, versión corta de la marcha. Faltan cinco minutos y no sé quién me va a llevar a mí a hacer fotos.

Un turismo entre los baches

Pánico. Pongo la cámara en «on» y aprieto el botoncito del disparador. Nada. Repito la operación varias veces. Idéntico resultado. Persevero en el error, desmonto el objetivo, vuelvo al punto de partida, camino tres pasos, retrocedo. Veo a lo lejos a Justino Asenjo, de http://runvasport.es.  Ahora o nunca, pulso el botón. Luz verde, pitido característico, ya podemos salir. 

Protección Civil de Zaratán me hace un hueco en su coche. Vamos por delante de los ciclistas en esta III Marcha BTT de Santovenia de Pisuerga. Sorteando las irregularidades del camino, alcanzamos lo que tiene que ser la granja de San Andrés. «Ayer, cuando estaba marcando, aparecieron dos perros enormes» relata Justino. Parece que el dueño ha tenido la deferencia de mantener a salvo a los ciclistas de la marcha, porque no se escucha ni un ladrido. 

Dejadme solo

Aprovechamos una subida para hacer las primeras fotos. El grupo que comanda Javier Aguado se ha separado del resto de los participantes. Rebasamos a los primeros para adentrarnos en una zona muy bacheada por las últimas lluvias, camino ya de San Martín. «Me encanta esta zona, te podemos dejar aquí, pero estás en ninguna parte», me anima Justino cuando pasamos por un terreno lleno de giros que tiene pinta de divertido. El sentido común me acerca a una bajada que tampoco está mal, calculo (por decir algo) que unos 500 metros más allá. 

Pienso que no nos hemos encontrado con ningún vehículo a motor en todo el trayecto. 

Pienso que estos caminos son desconocidos para la gran mayoría de la gente, pero que atesoran un encanto difícil de igualar. Miro alrededor y veo la inmensidad del valle, las lomas sobre los campos verdes de cereal, el amarillo de la colza, las encinas. 

Pienso que solo los ciclistas, y los senderistas, la gente que sale ‘a andar’, disfrutan y saben de estos caminos. Pienso, otra vez, en las marchas cicloturistas como medio para dar a conocer todo esto, yo vivo a 15 minutos y nunca había paseado por estos caminos tan cercanos a Santovenia. Pienso en todas las trabas que se le ponen a los organizadores a la hora de diseñar un circuito atractivo. Pienso en… ahí vienen los ciclistas, ya seguiremos otro día.

Esos cielos

Tú no subes mucho en moto, ¿no?

Bajar es disfrutar, que se lo pregunten a Coque y a los encargados de vender calcetines para ciclistas. Caras de concentración o caras relajadas, en todo caso nada que ver con los dientes apretados y las mejillas sonrojadas de las subidas. Así que voy hacia abajo en busca del avituallamiento, calculando en base a la intuición que San Martín de Valvení no puede quedar muy lejos. Camino llano y despejado para que el sol apriete. Me encuentro con David y Michael, que vienen colaborando con la organización de la marcha. El último grupo de la ruta larga lo componen, casi en exclusiva, los Pitis de Palencia, con su llamativo atuendo. Un pequeño repecho de pista ancha y en buenas condiciones y aparece Jorge. La expresión que adopta cuando le expreso mi intención de llegar andando hasta el pueblo me obliga a subir en su motocicleta. Por fortuna para mí, no vamos muy deprisa, porque ahora no sé ni dónde tengo que colocar los pies. Jorge nota algo raro y me anima a poner las botas en el soporte. Tampoco es cuestión de contar ahora que vengo dándole patadas a las piedras que saltan durante todo el trayecto.

San Martín

Casi todo el mundo ha pasado ya por aquí. No han comido mucho, la verdad. Fernando, el encargado de montar el avituallamiento, es mi único enlace con Santovenia, así que hago como que le ayudo a recoger. Despedimos a la gente que vino a ver a los ciclistas esta mañana festiva en este pequeño pueblo y vamos hacia el arco de meta, en el polígono de Santovenia. Me animo a un paseo paralelo al canal, supongo que los chopos (si son chopos) lucen bien en compañía de las dos ruedas y veo llegar a los últimos participantes.

El Parque de El Remuel

El escenario ideal para el final de fiesta. Los niños correteando alrededor, los ciclistas relatando las impresiones de la jornada, buen tiempo, comida y bebida. Apetece sentarse aquí, sobre la hierba, y contemplar, sin más. Me alegro de conocer al Coque pequeño (o pequeña), de poder charlar con Xabi, de aprender con Adolfo, de encontrarme con Miguel, viejo amigo de Quintanilla. Creo que va para cuatro años cuando todo empezó, aquí, en Santovenia. No lo recuerdo bien, tengo que preguntarle a Isma.

 

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